Vans no es una de esas marcas basadas en un imaginario inventado. Su historia es la mejor prueba de su autenticidad.
Su fundador, Paul Van Doren, fue el encargado de bautizar a la marca. Paul y su socio Giano formaban un tándem explosivo, así que no tardaron mucho en decidirse a abrir su primera tienda en California. Era una calurosa mañana de 1966, cuando el establecimiento abrió sus puertas con los estantes llenos de zapatillas de $2.49 y $4.99. El boca oreja contribuyó, en gran parte, al éxito de las primeras Vans, aunque no fue todo cosa del buen feeling que se respiraba en la tienda, ni del económico precio de las zapatillas. La verdadera clave fue, sin duda, la calidad del producto. Las suelas de las zapatillas eran especialmente resistentes y se adherían perfectamente a la tabla de skate. La comunidad de Skaters de California cayó rendida ante tal novedad.
En los 80, Van doren y socios, decidieron ir más allá y ofrecieron a su clientela la posibilidad de personalizar sus zapatillas. Se podía escoger desde el color, hasta customizar la suela con diferentes motivos. Su creatividad parecía no conocer límites hasta que llegó el choque con la realidad, es decir, el caro peaje al que se enfrenta toda pequeña empresa con una competencia muy amplia. Van Doren decidió vender la empresa a McCown DeLeeuw Co., una firma de inversores que, con mucho esfuerzo, logró expandir la firma y aumentar su presencia en todo el mercado mundial. Vans se convirtió en una de las marcas de moda más cotizadas entre las bandas de música de punk, new punk y hip hop, pero también en la primera firma que abrió un skatepark de 46000 metros cuadrados.
En el 2000, la revista Forbes la definió como: “la mejor compañía pequeña de América” y las colaboraciones con los diseñadores más “in” del momento no se hicieron esperar. Marc Jacobs, Paul Frank y Jason Jesse no pudieron resistirse, como tampoco pudieron la cadena de televisión Fox y NBC Sports, que firmaron un acuerdo con Vans por los derechos de retransmisión de la famosa Triple Crown Series.
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